Violeta se abría con la suavidad de sus carnes, entraba yo en ese umbral del utero, me recibió como si llegara a su casa, entre sus casillas, el peón que se hace reina, en ese instante comenzó a moverse con una naturalidad que no pretendía enseñarme nada, que no me ocultaba nada, que lo ofrecía todo, sin artificio y al mismo tiempo con un arte aprendido con la simpleza que demuestra por ejemplo ciertos pintores japoneses que parecían haber nacido pintando y sin embargo su edad, un cúmulo de experiencia, la misma calidad intemporal de su obra indica un aprendizaje porque efectivamente un arte siempre se aprende.´
No sentí celos de aquel momento por los múltiples amantes o el sólo amante repetido que le enseño a moverse y no solo a moverse, mas que el golpe aparente del émbolo pero creado para recibir su piston, su cuerpo como en fuego estirandose hacia el horizonte, el cuerpo como mientras dejaba atras la vigorosa vulva entregandome su pelvis cuando me hurtada el torso, ella dividida en dos, igual que si el coito la acerruchara en un acto de bodevil vicioso era como si huyera para entregarse mitad y mitad, medio escape y medio enlace, era todo una actitud indicada con la palabra no solo la actividad, sino sólo la posición en que los ballerines y los pilotos llaman actitud mostrando el sexo en un ejercicio neutral que se ejecuta con el cuerpo..."